Según el artículo 27 de nuestra Constitución la educación obligatoria básica en nuestro país es gratuita. Así hablamos de colegios, institutos y docentes por los que padres y madres no tienen que pagar. Al menos no directamente, ya que los pagamos entre todos los ciudadanos con nuestros impuestos.
Sin embargo, la realidad de las familias en España con hijos o adolescentes a su cargo el mantra de la gratuidad de la enseñanza se desvanece un poco. Es indiscutible que a día a de hoy que los libros,
los uniformes colegiales, las clases de apoyo escolar, las extraescolares o el comedor no son gratuitos y suponen un importante desembolso del presupuesto familiar sobre todo al inicio del curso y también a lo largo de éste para el caso de las extraescolares o las clases de apoyo escolar . También es cierto que los hogares más desprotegidos dependen de ayudas y becas para estos gastos que lejos quedan de ser gratuitos. Además es imposible obviar que todas estas cosas son necesarias para que todos los alumnos dispongan de una educación de calidad, sin importar el ámbito socio-económico de sus familias.
Para agravar la situación aún más si cabe, en los últimos años de recortes, la tijera no se ha frenado al llegar a la educación. Según las estadísticas, nuestro país sigue a la cola de los países de la Unión Europea en inversión educativa total: destinamos el 8,2 % del PIB, tres puntos menos que la media de los países desarrollados aunque este año las administraciones hayan hecho un esfuerzo al incrementar el gasto público en educación un 1,7% (la mayoría destinado a becas generales, ayudas para libros de texto y de movilidad). Con todo ello la realidad sigue siendo que España sigue a la cola de los países de la Unión Europea en inversión educativa total.
A ello unimos la sombra que se cierne sobre la gratuidad educativa en España, donde vemos que los costes indirectos derivados de la educación como los ya mencionados (el comedor o el transporte del colegio, las clases extraescolares, de refuerzo educativo…) hacen que las familias a veces se vean obligadas a afrontar un gasto a veces más grande del que pueden soportar sus débiles economías.
Desde el lugar que nos ocupa, en Ayapunt queremos resaltar la reducción en gasto de vestimenta que supone la compra del uniforme escolar. Es habitual ver en nuestros país a escolares ya bien entrada la noche con sus uniformes todavía puestos. Ir a clases extraescolares o deportivas con el uniforme entra dentro de la normalidad y su uso fuera de las clases está completamente normalizado. Con ello, el elevado gasto que supondría renovar el armario de un niño cada temporada escolar, sobre todo de aquellos en época de crecimiento, puede verse aligerado con la adquisición de un par de prendas de cada elemento que compone la uniformidad.
Y tú… que piensas de la supuesta gratuidad de la enseñanza en España. ¿Cuánto presupuesto dedicas a los costes derivados de la educación de tu hijo? ¿ Que te parece el uso del uniforme para disminuir el gasto en ropa para tu hijo?
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