La coyuntura económica desfavorable por la que está atravesando el país ha propiciado que muchos centros educativos rescaten la uniformidad por razones de comodidad y ahorro.
El principal argumento a la hora de adoptar esta decisión tiene una doble vertiente: la economía de crisis y la comodidad.El uniforme hasta hace relativamente poco tiempo era cosa casi exclusiva de los centros privados, en su mayor parte religiosos. La práctica totalidad de éstos mantiene viva la uniformidad, distinta para chicos y chicas.
Cada vez más centros públicos y concertados ven las ventajas de esta doble vertiente, por un lado, la comodidad de no tener que pensar cada día en que ropa poner a tu hijo y por otro lado, el ahorro económico que resulta de no tener que invertir demasiado dinero en ropa de calle ya que los niños pasan la semana con el uniforme puesto. Asimismo son un indicativo de que los niños pertenecen a un centro y que se encuentran en horario escolar.
El uniforme escolar supone según algunos expertos un «ahorro económico» para las familias, contribuye a la «sostenibilidad ambiental» y elimina las posibles «desigualdades socioeconómicas» de los alumnos. Desde los centros se destaca que el uniforme «es un servicio a las familias» y ha destacado que proporciona «comodidad», tanto al alumno como a sus padres, y es un símbolo de «sobriedad y solidaridad».
Para lo padres supone, además de un importante ahorro económico, una forma de evitar conflictos con sus hijos derivados la vestimenta. Asimismo el uniforme «iguala a los alumnos» y contribuye a que se identifiquen con el centro, con sus compañeros y con lo que les rodea disminuyendo de esta forma también los conflictos entre alumnos.
Así, ante todo tipo de detractores del uniforme que insisten en argumentar que el uniforme se trata de una medida clasista y sexista, cabe decir que mayoritariamente que los problemas los crean los adultos con sus propios prejuicios. El uniforme es una respuesta económica en un momento de crisis y de conciliación en los hogares a la hora de vestirse para acudir a clase.
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